Cuando la muerte llame a mi puerta
quiero que la encuentre bien abierta
aunque en su espera no estoy alerta
porque un día llegará; es cosa cierta.
Y que sepa que no estaré esperando
su llegada exultante y abierto de brazos
para dar este obligado y deseado paso;
cuando la sentimos cerca vamos penando.
Y que no crea que es motivo de alegría,
que la puerta abierta no es bienvenida
si no que acepto que se acaba la vida
y que con ella al lado no hay otra vía,
que la satisfacción de los momentos vividos
aceptando, guste o no, para siempre se han ido,
y he vivido lo que he vivido porque he querido.
Cuando a mi puerta llame la muerte,
no lloréis, manteneos firmes y fuertes,
y recordad que todos tenemos esta suerte.
Barcelona a 22.02.07
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