Cuan bella mariposa que el polen va libando
de flor en flor cuando llegan las primaveras,
de la vida voy yo, poco a poco, llenando
mi mochila de recuerdos, deseos y quimeras,
fatuos a veces, para mantener la ilusión
de que hay un mañana preñado de esperanza
y así, mientras, vivo y me muevo con confianza
aunque luego lo deseado no llegue con precisión.
Al final resulta que no somos más que mariposas
que día a día revoloteamos todo el año de flor en flor,
con alas, en ocasiones, más vistosas que vigorosas,
conscientes de que llenar la mochila es nuestra labor
y llevar todo su peso aunque nos haga desfallecer,
rememorar aquellos instantes felices y, luego, renacer.
Barcelona a 21.11.07
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