ANDRÉS MARCO

lunes, 30 de marzo de 2015

CONVERSACIONES CON...

  
-   Buenos días, me voy a presentar porque si no el inútil que tengo frente a mí seguro que se abstiene de hacerlo. Verás, soy un personaje totalmente nuevo producto de la mente de mi creador, precisamente este  señor que tengo frente a mí por decirlo de algún modo aunque no tengo claro ni dónde está realmente él y dónde yo. Hace apenas unos instantes no era nadie, no existía ni tenía intención de hacerlo y, mira por dónde, ahora soy un ser "normal" por decirlo de algún modo. Nuevo, eso sí porque acaban de idearme. Es exactamente en estas líneas donde yo nazco para el mundo. Me llamo... La verdad es que no sé cómo me llamo, aún no tengo nombre.  Mi autor aún no me lo ha asignado, no me ha bautizado con ninguno, pero esperemos que no tarde mucho en hacerlo, porque es un poco lento el chico,  y así ustedes podrán considerarme como un amigo más con un nombre y con unos apellidos, aunque estos últimos la verdad es que me importan muy poco, y podrán, así mismo,  llamarme de alguna forma y no simplemente con "eh, tú". Esperen un momento, voy a pedirle a mi autor, a mi padre literario, que me bautice de alguna forma. Que me nomine, vamos.

-   Aguarda, ten un poco de paciencia,  no corras tanto que es malo precipitarse. Cierto que eres un nuevo producto de mi imaginación. Pero por ahora  sólo eres eso: un boceto, una imagen borrosa que quizás al final no me decide a dibujar y delimitar un poco más. Puede acontecer que te asigne  unos rasgos característicos que te definan y
también podría ser que te deje así, tal como estás ahora: difuso, borroso, más grande, más amplio, más majestuoso, con más posibilidades, mezclado, confundido con el horizonte infinito e impreciso del papel. Sabes, ya lo tengo decidido: te voy a dejar como un ser especial, particular, único e irrepetible. Resultará más interesante así, no te quepa la menor duda. Vas a ser algo nuevo: mi sombra, mi otro yo, mi hijo adoptivo deseado, mi hijo bien amado, mi otra alma, mi otro espíritu, mi conciencia: todo junto en una misma cosa. En otras palabras: vas a ser yo mismo, mi sosia. Y como comprenderás, por lo tanto, sin nombre. Me resulta imposible ponértelo. No tienes nombre, no van a poder llamarte como a cualquier otro. En eso se vas a distinguir precisamente, Vas a ser un ser pero sin nombre, innombrado.

-   Comprendo. Tú lo que quieres es una cosa abstracta, heterogénea, difusa, que haga y diga todo aquello que tú no te atreves a decir. Todos los hombres sois unos cobardes. Sois incapaces de decir lo que verdaderamente pensáis. Y tú esperas, eso está claro, sea yo quien  diga lo que tú piensas. Quieres valerte de mí porque en el fondo tienes miedo a decir la verdad. Tú lo piensas, lo elaboras, y yo lo digo y de este modo si alguien se las tiene que cargar lógicamente seré yo quien se las cargue, seré yo el responsable y quien cargará con el muerto y tú te saldrás de rositas ¿no?

-   No podías decirlo más claro ni más exacto, tal vez más alto, eso sí, pero es lo que pretendo de ti. Pero en tu razonamiento has cometido algunos errores burdos, consecuencia de tu falta de experiencia, acabas de nacer como aquel dice y es normal que los cometas, te falta aún mundo. Mira, miedo, lo que se dice miedo a decir la verdad la verdad es que no tengo. Y sabes por qué, sencillo, porque ésta no existe, y deberías saberlo muy bien y si no es así ves aprendiéndolo. Todo es verdad y mentira a la vez, de forma simultánea. ¿Me comprendes? Claro que me entiendes, al fin y al cabo tú y yo somos la misma persona.

-   Espera, espera, no corras tanto y matiza un poco más, porque yo no estoy totalmente de acuerdo contigo. Dices que somos la misma persona y sin embargo tú estás ahí, al otro lado del papel, libre, identificado, con un nombre, con el folio, con mi historia, en tus manos, con mi cárcel ante ti. Y yo, en cambio, estoy aquí sin poder salir aunque quiera. Tú me tienes encerrado, has limitado mi existencia y puedes disponer sin ningún impedimento ni cortapisa de mí según se te antoje. Puedes poner en mis labios palabras que yo jamás diría y me tendré que callar. Incluso puedes matarme con toda impunidad, mejor dicho, puestos a puntualizar puntualicemos, puedes eliminarme cuando quieras. Y nadie te objetará nada: cometerás un crimen y éste quedará impune. Como verás tú yo no somos lo mismo, por mucho que lo pretendas, es imposible. Nuestras condiciones desde el inicio son completamente distintas. Todo para ti y nada para mí. Eres un egoísta. Y si algo sale mal,  pues nada, ni siquiera has de justificarte y decir lo siento, me eliminas y se acabó lo que se daba. Ya está.

-   No te precipites, espera, olvida tu fantasía, no hagas cábalas aún que es todavía pronto. Yo te he encerrado, tal como dices. Yo te he traído a un mundo, a mi mundo, hecho por mi especial, para que te muevas libremente en él. Tú estás aquí porque yo necesito tener un amigo de verdad, tengo varios, pero tú vas a ser el predilecto, el  singular, el especial. Tú y yo vamos a tener largas charlas, vas a ser mi compañía.

-   Eso sí: tu compañía, tu amigo predilecto, tu amigo fiel, tu perrito faldero que va a buscar la pelota cuando se la lanzas lejos, que levanta las patitas de delante y saluda. Así ya se puede. Lo que pretendes, lo que quieres es tener un amigo configurado por ti, un amigo al que puedas manipular según tu comodidad. Buscar un amigo que piense y diga en cada momento y situación lo que quieres que diga. No, Con esas condiciones yo no acepto. Sabes lo que te digo, que me largo.
-   ¡Quieto ahí! Tú no te vas a ninguna parte, qué te has creído.

-   ¿Acaso me lo vas a impedir tú?

-   Pues mira por dónde sí. Yo soy tu creador.

-   Ya salió con eso. Ya dudaba de que no lo fueras a decir. Pensaba que estabas tardando demasiado, pero no, es lo tuyo, ponerlo sobre la mesa. Ante los problemas, zás, las cosas bien claritas y el chocolate bien espeso, por si acaso.

-   Tú eres una marioneta, un muñeco en mis manos que yo muevo. Y si te he traído no es precisamente para que te vayas a bote pronto, sin que hayas dado el juego esperado. Lo quieras o no, tú te quedas.

-Así que no me dejas marchar. Me haces nacer. Y me restringes enseguida. Dices que eres, que somos tú y yo la misma persona. Y resulta que a la mínima se te ve el plumero, eres un tirano, y yo no lo soy. Confirmas lo que yo que decía: te has hecho un amigo para manejar y manipular, para que haga lo que tú no te atreves a hacer. Bonito creador.

-   Anda, cállate y no digas más tonterías. Si te escucho y te las consiento es porque eres tú.

-   No, ni hablar. Ahora me toca hablar a mí. Y ya que no me voy vas a tener que oír todo lo que tengo que decir te guste o no, asqueroso egoísta.

-   ¡He dicho que te calles! y te callas porque así lo quiero yo.

-   Eso, así me gusta ¡Déspota! Pero no, majo, ni hablar. Voy  a decirte todo lo que no quieres oír porque te da miedo, te aterra, como a todos los hombres, la verdad. Soy tu conciencia ¿no? Pues bien, mira por dónde, tu conciencia va a hablarte. Tú eres mi padre, me has traído a este mundo y vas a tener que cargar con las consecuencias de tu impremeditada osadía. Ya sé que estás deseando eliminarme, deshacerte de mí, romper el papel y empezar de nuevo, destruirme, así yo nunca habré existido. Todo habrá sido un sueño impertinente, fugaz, que se habrá ido como tantos otros a la papelera. Pero no, no puedes. Yo te detengo, yo sueño pesadilla, te impido hacerlo. Y sabes por qué. ¿No? Sí, lo sabes de sobras, porque como muy bien has dicho antes, somos un mismo ser. Soy una realidad impalpable en ti.  Y como tal te impido el hacerlo.  Fácilmente me has hecho nacer, casi de modo irreflexivo, mas destruirme te va a resultar bastante más costoso porque al irme yo te vendrías tu también conmigo, al menos una parte muy importante de ti. Y tú no quieres desaparecer así. Mátame ahora si es que puedes. ¡Venga, hombre, hazlo! Te dejo. ¡Rompe el papel!, venga, ¡rómpelo! ¿Qué pasa? ¿Qué fuerza extraña te impide el hacerlo? ¡Venga! estoy esperando tu decisión... No, no eres capaz, no lo haces porque eres demasiado egoísta, como todos los seres humanos. No te importaría eliminarme pero estás comprendiendo demasiado bien que si desaparezco yo también desapareces tú como autor. Y tú quieres vivir. En el fondo tu existencia es asquerosa, repugnante, llena de traiciones e inmundicias, como la de cualquier persona. Eres un hombre y eso no puedes, por más que quieras, evitarlo.

-   ¿Has hablado bastante, no?

-   Sí, he terminado por el momento.

-   Y  eso es todo lo que tenías que decirme, eso es lo que yo no quería oír. Pues te has equivocado de todas todas. No he encontrado en tu verborrea ninguna verdad inconfesable hasta ahora.

-   No, aún me quedan muchas cosas más para decirte, para echarte en cara, pero tenemos tiempo de sobras ¿no te parece?

-   ¿Entonces, me das permiso para poder exponer yo mi verdad?

-   Pues sí. Venga, hombre. Quiero oír lo que eres capaz de decir. Quiero conocer hasta dónde llega tu hipocresía. Y por favor: no me salgas por peteneras sentimentales que no me vas a enternecer.

-   Te voy a decir únicamente lo que pienso de todo esto. Eres un ser ficticio, una ilusión, una sombra de una imagen que yo he inventado. Y por lo tanto no voy a eliminarte. Sería una tontería destruir la obra antes de verla terminada, sin llegar a testar sus posibilidades cerrándote lo que puedes llegar a ser. No, no seas necio, puedes estar tranquilo. No tengo ganas de eliminarte. Eres lo que yo quiero que seas. Sí podría ser un tirano y ejercer mi poder sobre ti. Tú hablar por mi mano. Y es verdad que puedo hacerte decir lo que yo quiera. Pero como habrás podido observar hasta ahora, no lo he hecho en ningún momento. Te he dejado hablar libremente, sin impedimentos. Y has expresado tu ira contra mí porque no me admites. Quieres ser uno solo en ti mismo. No compartir tu esencia con nadie. Y eso está fuera de mis posibilidades. No es que no quiera, es,  sencillamente, que no puedo. Te tendrás que conformar con ser uno en mí y nada más. Yo te dejaré  obrar como lo desees, como te lo he venido permitiendo hasta ahora. Como puedes ver, no ejerzo ningún poder sobre ti. Te doy libertad, mi libertad. Claro que es limitada. Pero es que tu límite es mi límite. Estamos en  igualdad de condiciones. Bueno, en igualdad no. Yo estoy aun peor que tú porque mi vida es real, no está dentro de un papel como la tuya. Tú vives en un mundo acondicionado, en un mundo que yo te preparo a cada instante para que lo goces, para que lo disfrutes con plenitud. En cambio yo...

-   Espera, que ya entiendo lo que quieres decir. O sea: yo tengo una serie de ventajas que tú no tienes. No soy real, pero existo y esta condición misma me hace inmune a toda enfermedad, dolor físico, mental, etc. No puedo padecer porque no tengo cuerpo, y tampoco puede gozar de él. Soy todo espíritu. Una elevación máxima del hombre. Un más allá de éste. Estoy por encima de todos ellos. Pensándolo bien, también esta situación tiene sus inconvenientes: no es bueno estar ni demasiado alto ni demasiado bajo. No puedo actuar por encima. Todo mi dolor es espiritual. Realmente estoy por debajo de mi creador, Estamos en el mismo sitio que al principio: todo para él y nada para mí. Yo soy movido, no actuó con libre albedrio, pero mi creador también es movido a su vez. Yo estoy libre de esa película que es la vida. Cinta que fue filmada en un instante, fuera del espacio y del tiempo, y que ahora nada más está siendo proyectada en esas dos dimensiones que son el espacio y el tiempo y que no puede  detenerse. Yo estoy sometido a unas páginas, a la mente de quien me crea y esta mente está sometida a esa película exacta, intachable, que no puede ser manipulada y que inexorablemente tiene  un final trágico, un fin triste y doloroso que yo jamás tendré.

-   Empiezas a entrar en razón. Vas bien por este camino, sigue, sigue, que mis palabras no te detengan.

-   No, yo no sigo, eres tú quien sigue. Recuerda que eres tú quien escribe y quien pone las palabras y los pensamientos en mi boca. Yo nada digo porque no sé decir nada. No puedo hablar. Soy mudo porque no existo. Eres tú quien me hace existir por momentos y quien habla y dice las cosas. Me utilizas para esto y yo como esclavo fiel y sumiso, de tu mano, me amoldo a estas circunstancias y sigo mi camino, el que tú me trazas. El camino que tú pones en mis pies. Eres tú quien entra en razón, así que sigue, sigue y no te detengas.

-   Lo siento, pero he de detenerme. Me canso de escribir. Ahora, además, no tengo en mi cabeza nada para escribir. No se me ocurre nada nuevo. Hemos llegado a un camino sin salida, sin continuación. Está vallado y no se puede seguir. No termino, te doy vacaciones por unos días hasta que tengamos mayor claridad y entonces volveremos a encontrarnos para proseguir por otros senderos que no sean tan pesados. Creo que por ahora es bastante aburrido todo esto. Me dan ganas de romper lo escrito, pero te destruiría y me he propuesto no hacerlo. Nos hemos salido de la tónica general. Volvemos a lo escrito hace mucho tiempo y a esas directrices no quiero volver. Prefiero ir bajo la nueva forma. Me comprendes ¿verdad?

-   Sí, pero yo no digo nada. Ve diciendo lo que quieras. ¿Qué quieres plegar? bueno, pues pleguemos.

-   Pleguemos entonces.

- ¡Oye! espera, espera un momento. Dices que no quieres volver a escribir como lo hacías hace algún tiempo atrás. Y esto ¿por qué entonces?

- La razón es obvia. Hace tres años escribía más pesadamente, con largos párrafos, con muchas comas y casi sin puntos;  de lectura más difícil y farragosa. Me costaba incluso entenderme a mí mismo. Los temas que trataba eran más directos, más "filosóficos“ si tu quieres sin llegar a nada, y no había en ellos nada que pudiese asemejarse a la  literatura. Mis expresiones eran burdas y facilonas, carentes la mayoría de las veces de un sentido. Ciertamente que era más verdadero, más directo, sin remilgos ni circunvalaciones, más pensadas las cosas que ahora y sin embargo, creo que me gusta más este estilo de decir las mismas cosas valiéndome de pequeñas tramas, de pequeñas gestas, historias algo burlescas, algo absurdas que muchas veces no dicen nada porque no llego a explicar bien lo que quiero expresar y dar a entender con ellas.

- Sí, y dentro de su absurdidad tus temas, por lo general, la técnica que has marcado hasta ahora, son posibles y muchas veces incluso podrías hacerlos más amplios, entonces ¿por qué no lo son? Pierdes temas y recursos, posibilidades, los haces muy reducidos, en pocas páginas sintetizas, a modo de esquema, lo que podría ser sin lugar a dudas mucho más extenso, teniendo trama suficiente, en la mayoría de las ocasiones, para una novela completa.

- Mira. Es sencillo: no pretendo en ningún momento hacer novela, al menos por ahora. Cuando escribo vienen a mi mente infinidad de ideas vagas, como tú. Éstas fluctúan, fluyen vertiginosamente; y al escribir más lento que ellas, éstas escapan de mi recuerdo. Si llegara a hacer mis escritos más largos me convertiría en un escritor  monótono. Es muy difícil expresar lo que pensamos, en ocasiones no hay palabras suficientes en nuestra dicción para decir las cosas tal como son y tal como las pensamos. Están bien así: cortos, sencillos, sin grandes pretensiones ni florituras, sin aforismos de especia alguna. Y de este modo al menos yo les veo un pequeño encanto mientras los escribo, en su efímera brevedad,  que de otro modo no tendrían. Son como los pétalos de una flor acariciados entre los dedos de la mano. Sabes que enseguida, ajados marchitarán, pero mientras tienen su belleza.
Ya sabes que para escribir necesito momentos de inspiración y cuando estos llegan todo es posible. Incluso muchas veces el tema toma un cariz completamente distinto al pensado en un principio. Una vez iniciado el caminar por un camino has de seguirlo aunque no quieras, aunque te duela, aunque no sea el en principio elegido. Se van haciendo los relatos, mis pequeñas historias a medida que los escribo, a medida que quedan para siempre en un folio que deja de estar en blanco. Muchas veces sin hilazón alguna, tal como vienen a mi mente sin que yo pueda rebelarme, son ellas mismas quienes se relatan y se cuentan y yo me limito a transcribirlas sin más. Son así y así yo lo constato. En general  son monólogos conmigo mismo, al menos eso asemejan aunque en realidad están muy distantes de mi persona y de mi idea: es lo que menos me cuesta de escribir. Cierras los ojos y dejas que fluyan como  si fuera un gas que intenta abarcarlo todo y no puede, que pretende expandirse en espacio limitado. Me hubiese gustado muchas veces escribir historias con personajes, con diálogos, con grandes sucesos. Con  acontecimientos importantes, pero  mira, lo siento, salen así: nada más  monólogos y narraciones con un solo personaje que lo inunda y lo ensucia todo.

-  No obstante,  ahora, esta vez, estás haciendo un diálogo. Somos tú y yo, es decir, somos dos.

-  ¿Estás seguro? Me has repetido varias veces antes que yo hablaba por ti, que es mi mano quien escribe, que las ideas son todas  mías, no tuyas, ¿es un diálogo? No, es un monólogo, entre yo y yo.

-  Egoísta, acaparador. A veces te haces odioso.

- No. No existe ningún egoísmo por mi parte. La realidad es ésta: estamos entre los dos haciendo nada más un monólogo. Tú eres un artificio que he creado y que aquí utilizo como personaje. Pero hablo yo en ti, es mi mente la que piensa y la que recita tus palabras. En ningún momento se puede considerar como un diálogo a dos. Fíjate que incluso el tema es una mera copia: tú eres un reflejo de Augusto Pérez, con una sola excepción: que tú eres más pretencioso que él. Tú no te has conformado con hablar conmigo únicamente al final, cuando la vida se acaba. Tú has querido y has exigido, estás siempre presente a mi lado, para vigilarme, para evitar que llegue mi decisión suprema.

-Eres tú quien lo dice, no yo.
Oye, otra pregunta: por qué tus personajes son siempre seres que están chiflados, todos mis hermanos están locos de atar. Tus situaciones además de absurdas, son raras, incoherentes, faltas de realidad. Parecen más sueños que realidades. Siempre se mueven en una atmosfera extraña, ficticia, diáfana, caótica, incomprensible.

-   Siempre me ha gustado hacerlo así. Mis protagonistas están un poco idos. Eso me gusta. También yo estoy un poco loco. Así me resulta más sencillo hacerlo. Intento, en todo momento, reflejar el carácter y la vivencia del personaje, en este tipo de situaciones. En ocasiones no lo consigo, pero te aseguro de que siempre lo intento. Coincidirás conmigo que este mundo, en esta vida que nos ha tocado vivir, todos estamos un poco locos, nadie estás totalmente cuerdo, al menos se tiene el suficiente grado de locura y de inconsciencia como para salir cada día a la calle y enfrentarse con lo cotidiano, con el día a día de la vida que nos toca vivir. Es por eso que escribo bajo la influencia de la "locura", para  dar de este modo  mayor realidad al suceso. Todo cuanto acontece en el mundo está bajo este maleficio: el mundo está loco y con él todos sus habitantes. La locura se impone y nos domina. Me gusta escribir cosas insólitas, sacadas de la vida cotidiana. Pero en vez de escribirlas tal como en realidad son yo les doy un pequeño giro y las escribo, las veo, en lo que yo llamo:"bajo la luz de sodio". Es la luz de sodio, Es bajo la luz de sodio donde se ven las cosas vagas y ambiguas, tal como son. Con ella todo es penumbra y en esta atmosfera poco iluminada todo se confunde y se arregla, sólo hay las sombras del recuerdo para reflejar. Sombras que viven en un sueño permanente en la imaginación. Sueño porque la vida es un sueño real, por desgracia. Los acontecimientos suceden porque se mueven y se desarrollan en la absurda luz de sodio. Es el punto intermedio entre la verdad y lo falso, entre la vida y la muerte, entre lo vivido y lo soñado. Es donde todo sucede y nosotros lo olvidamos para recordarlo después y creer que ha sucedido ahora realmente, cuando en verdad no es más que un simple reflejo en luz de sodio del pasado absurdo del mundo.
Siempre nos queda por saber si esto ha sucedido o no, si ha sido cierto o no, porque todo es posible, al menos sobre el papel. El papel se convierte en un espejo que desfigura la realidad para que ésta no sea tan cruel, tan horrible, tan provocadoramente real, ya que la verdad asusta, da miedo y, sin embargo, bajo esta penumbra de sodio es más sencillo, más fácil, afrontarla cara a cara.

-   Bueno, y a mí por qué coño me explicas ahora todo esto. Tú hablas y piensas las cosas, entonces, ¿por qué has querido escribir este rollazo aquí si no viene al caso? Deja, voy a contestar yo por ti: soy yo quien ahora quiere, quien va a usurpar tu persona, tu voz y tu mano para poner yo aquí lo que sé que  ibas a decir.
Lo he hecho -ibas a responderme- porque necesitaba hacerlo. No es para aclarar mi posicionamiento  a nadie, sólo quiero encontrar una explicación consecuente para conmigo mismo. Intento encontrar un motivo válido para escribir, un principio que me justifique. Intento aclarar un poco mi mente, sólo por eso lo he hecho, por nada más. ¿Es  esto lo que ibas a contestar, no? Calla, voy a seguir yo por ti, no contestes, no digas absolutamente nada. Sí, has acertado, porque lo he escrito yo y no tú. Ya sabía que ibas a decir esto, pero por  eso  te he dejado contestar, para darte la oportunidad de que te impusieras nuevamente sobre mí, pero yo mismo te he quitado esa posibilidad, te la he negado diciendo yo las cosas por ti, no dejándote hablar, siendo yo quien dice las cosas que realmente piensas. Hemos jugado un poco a intentar cambiar nuestras personalidades: yo soy tú y tú eres yo.
-    Pues ahora nos vamos a dejar de juegos y vamos a volver cada uno a nuestro lugar.

-  Sabes, estoy pensando en algo divertido. Podríamos hacerlo entre los dos, yo te ayudaría un poco. No me irás a negar este pequeño capricho. Lo haremos ¿verdad? Venga, dime que sí, que lo vamos a hacer ¿eh? De acuerdo, sí, va, vamos a hacerlo. No nos costará mucho y si sale mal, pues lo rompemos y ya está, como si no lo hubiésemos hecho nunca. Como cuando escribes algo que realmente no te satisface, se rompe y a la papelera.

-   Y de qué se trata. Primero me lo explicas y después ya veremos.

-   Hombre, así no tiene gracia, te vas a oponer.

-   Si no sé de qué se trata el juego, claro que me opongo. Antes me tienes que decir lo que quieres que hagamos y después ya se verá,

 -   Es que verás...pensaba yo que... como te gusta escribir podríamos hacer entre los dos una historia de esas que tú escribes.

-   Así, por las buenas ¿no? Decimos que vamos a hacerla y  ¡hala!: hecha, como si cayese desde arriba ya completa, acabada.

-   Pues hombre, me ha pasado una idea por la cabeza y podríamos desarrollarla juntos. Más o menos ya la tengo esbozada: es muy corta y sencilla.

-   Venga, explícamela un poco y después si es posible la pasaremos al papel.

-   De acuerdo, pero voy a ser yo quien la explique y hable y tú te limitarás a escribir lo que yo diga y nada más. Y si no estás conforme lo dejamos y ya está.

-   En fin, si tú lo quieres así, de acuerdo. Como soy yo quien te ha inventado a ti, también soy yo quien inventa la narración. No tengo nada que objetarte.

- Mira, si empiezas así, ni hablar, no hay historia; se acabó, olvídalo y ya está. Egoísta, acaparador.

-   No, si yo no decía nada. Hablaba conmigo mismo; estaba pensando en voz alta, nada más. Lo hago muchas veces, incluso ahora al escribir todo esto, Bueno, empezamos el cuento ¿de acuerdo?

-   Pues verás, he pensado que nuestro protagonista va a ser un chico joven, de unos veinte años de edad, alto, jovial, bien parecido, con barba, moreno, hijo de un magnate de la industria catalana. Le gusta la música. Los grupos modernos ingleses y americanos, habla constantemente de Dylan y de la Baez. También le gustan las chicas, en fin, como a muchos. Lleva el pelo muy largo. Estudia filosofía y letras. Segundo o tercer curso, y quiere hacer luego sociología. Tiene un flamante coche deportivo, un Porche 911 S  algo por el estilo, con el que suele ligar mucho. Y además se dice comunista, cuando no hippy, revolucionario. Ha leído a Marx, a Lenin, y el Libro Rojo de Mao. Al menos así lo manifiesta, y siempre farda de haber leído el Manifiesto Comunista. Pero lo cierto es que una vez empezó con el Nuevo Testamento y no lo acabó porque aquella doctrina le pareció mala, demasiado avanzada y comunista, repugnante, utópica. Y a Mao, Marx y a Lenin sólo los conoce de nombre,  en verdad no los ha leído nunca, quizás alguna vez intentó comenzarlos, pero no los entendía, le producían horribles dolores de cabeza. Demasiadas páginas como para perder en tiempo. En fin, lo que es hablar habla mucho de todo, nunca para. Una vez incluso fumó marihuana y todo, pero pasó muy mal rato. No sabe nada, pero habla y parece que quisiera comerse al mundo. Quiere cambiar a la sociedad porque dice que está corrompida. Habla de la burguesía y siempre se refiere a ellos con la expresión de "cerdos burgueses", "capitalistas asquerosos" "colaboradores del Dictador" y cosas así. Todo esto le da asco, le repugna pero cuando necesita algo siempre acude a papá y mamá. Siempre vestido a la última moda. Compra muchos discos y libros que ni lee ni escucha nunca, pero los compra, lo importante es tenerlos, por si acaso, porque son imprescindibles y hay que tenerlos. Es el prototipo inconformista sumergido, bañado, siervo, amante ocioso, de la sociedad de consumo. A todas horas repite que no se entiende con sus padres, que quiere ser libre, que estos están "camp“, pasados de moda, que no le entienden, que pertenecen a otro mundo, distinto al suyo, falso, hipócrita, deshumanizado. Quiere destruir a la burguesía porque explotan a los pobres trabajadores proletarios. Qué malos son ¿verdad? Entiendes qué tipo es el que yo quiero decir ¿no?

-    Sí, resumiendo, que se trata de un niñito "progre".

-   Sí, eso, un niño pijo  progre, muy progre, demasiado progre que se divierte jugando a ser niño progre. Como ya hemos dicho antes, estudia filosofía y letras en la universidad, Y tiene problemas existencialistas. Ha leído a Sartre, Camus, Marcuse, Proust, algo de Beckett y a otra mucha gente por obligación y que si bien le han inquietado le han causado mucho mal. Se había convertido en un chico un poco raro, poco alegre, pensativo y taciturno: daba la sensación de que era un intelectual, un filósofo, un pensador, un sabio. Aunque lo cierto es....en fin, ya se sabe. No tiene la inteligencia suficiente. Lleva varios años con el mismo curso y no consigue pasar de ahí.
-   Continúo yo. Quería conocerse a sí mismo, quería saber cómo era. Si existía o no; por qué existía; por qué existimos todos; y para qué estamos aquí. Qué es la existencia, qué es la esencia, el mundo, la vida, el alma. Deseaba de verdad introducirse dentro de el mismo, dentro de su mente y conocerse a fondo, poderse dominar, poder controlar sus emociones, sus reacciones. lncluso practicaba yoga para poder lograrlo. Había leído no sé dónde algo sobre todo eso. Él siempre intentaba lo mismo, introducirse dentro de sí mismo. Quería hallar la forma de hacerlo posible. Si conseguía entrar dentro de sí, dentro de su mente podría fácilmente conocerse a fondo y entonces, a partir de ahí, podría dominarse perfectamente.
Siempre pensaba lo mismo: yo soy yo y mis circunstancias y éstas me condicionan, si yo consigo dominarlas podré influir y condicionar mi voluntad, mi yo. Y controlando a ambos, mi yo y mi no yo en yo seré feliz, sabré quién soy y para que estoy y soy. He de conocer más mis circunstancias y dominarlas, doblegarlas a mi voluntad, conocerme a mí mismo, conocer a mi ego y a mi superego y esto sólo será posible si consigo introducirme dentro de mí mismo, dentro de mi persona.

-   Ahora me toca continuar a mí. Todos los días los pasaba pensando en lo mismo, mas no lograba avanzar, no pasaba de ahí. Sin embargo un día sucedió lo inevitable y glorioso para él, Lo consiguió. Descubrió que sí era posible introducirse dentro de sí mismo. Poseía en su cuerpo un agujero lo suficientemente grande como para introducirse por él y llegar hasta su cerebro.
Le costó mucho esfuerzo pero al fin lo lograría, llegaría a ser feliz, podría controlarse y conocerse y no pensaba desaprovechar la ocasión que se le brindaba. Introdujo sus pies por su boca sumamente dilatada y empezó a avanzar para llegar a su mente, para introducirse completamente dentro de sí. Y lo logró. Sólo hubo un inconveniente; al efectuar su intento sus vísceras y todo cuanto había debajo de su piel salió fuera, cayó al suelo una parte y la otra quedó esparcida, pegada en la pared que quedó manchada de sangre y vísceras. Le había ocurrido lo insalvable, lo imprevisible, lo mismo que a tantos otros que lo habían intentado. Al querer introducirse dentro de sí mismo, y al lograrlo, él mismo se había dado la vuelta, como quien gira y pone del revés, con el forro hacia fuera, como pasa con un guante. Y esto es todo.

-     En fin, aquí está y aquí se queda, tal como está.

-  Oye, este personaje tiene algo de ti ¿verdad? En el fondo, sin las apariencias externas, eres tú.

-   Todos mis personajes tienen algo de mí, algo que nos   identifica, que nos hace comunes, hasta tú   los tienes. Y cuando no es personal sí tienes la referencia de alguien de tu entorno. Pero prefiero no seguir hablando de esto. Sabes, estoy pensando en algo que te va a gustar. Te acuerdas de esas vacaciones que te había prometido hace rato. Pues te las voy a dar. No te elimino, te dejo seguir viviendo libre para que conozcas más cosas, para que descubras hechos interesantes y así algún día poder explicarlos y escribirlos mano a mano  en otras páginas muy semejantes a éstas. Sólo te voy a decir algo más que deseas saber. Este personaje es como yo era, como todos somos cuando despertamos de la inocencia. Ahora comprenderás muchas cosas que habían quedado oscuras. De momento nada más, simplemente adiós.


-   Adiós. Hasta la próxima oportunidad de hablar aquí y gracias por habérmela concedido. Y en especial por permitirme seguir viviendo y conservando mi vida, porque conociéndote... Así que como había dicho antes, y no quiero entretenerte más, adiós. 

viernes, 27 de marzo de 2015

CIERRO LOS OJOS Y SUEÑO

Cierro los ojos e iluso sueño:
soy el poseedor y único dueño
de la llave que abre la puerta
que pone fin a toda guerra,
que la justicia ahora  es justa
porque ya no hay disputas
y la paz por doquier se enseñorea,
el hambre  deja de ser quimera
luego abro los ojos y despierto veo
que todo fue  un simple sueño,
un sueño en el que falta azúcar
con esa llave apenas imaginada
que en realidad  nada abre
y que seguro que tampoco es llave:
jamás se encuentra lo que no se busca.

                

domingo, 22 de marzo de 2015

AMAR ES ESFORZARSE

Amar es esforzarse en amar
es decir cada día "te quiero"
es no pedir nada, tan sólo dar
sin sospesar jamás el precio.
Amar no es una rutina pura
 entendida como obligación
es iniciar cada día la singladura
en la que no se admite  dejación.
Amar es enamorarse cada día
de la persona por ti elegida
como  si fuese la vez primera
y todo lo anterior no existiera.
Amar  requiere de ese esfuerzo
constante, voluntario y repetido
en que me realizo y crezco
y así también me sé querido.