ANDRÉS MARCO

martes, 8 de abril de 2014

EL PASO DEL ECUADOR

EL PASO DEL ECUADOR



Queridos todos:
Hoy me toca a mí escribiros. Debería hacerlo otro, pero no quiere, así que lo hago yo. No es que me disguste el hacerlo, por eso lo hago. Si no, no os escribiría. Mas como os iba diciendo antes, escribo yo porque el que debía hacerlo no quiere escribiros, así que escribo yo. Bueno, pues os escribo yo, como os iba diciendo. Y es que las circunstancias en que lo hago son muy importantes para mí, para mis amigos y para todos. Sí. No cabe duda de que es muy importante para todo el mundo. Os lo garantizo: la situación que se nos abre como un mundo lleno de posibilidades todas ellas optables y deliciosas, lo exige, y por lo tanto yo os lo digo. Es mi deber, porque como os iba diciendo, aun a costa de repetirme -si es que queréis estimarlo así, el caso me lo pide y me impone proceder de este modo, no tengo otra salida- pero es que el motivo es de una importancia máxima.
Esta es mi última noche aquí, mañana con el alba todo ese mundo que se nos ofrece abierto con  su enorme y magnánima fuerza, será explorado y manejado a nuestro libre albedrío. Ahora que os explico todos mis motivos que me inducen y me obligan a escribiros, comprenderéis y podréis apreciar en toda su amplitud y majestuosa belleza unánime que las circunstancias no son para menos. Sí, mañana con el amanecer comenzará nuestro paso del Ecuador. No os voy a decir qué significa esto porque sería insultaros en vuestra propia cara; todos lo sabéis de sobras. Una inmensa alegría colma mi alma tranquila. Toda posible turbación desaparece de mi espíritu en estos momentos. Me comprendéis perfectamente, no lo pongo en duda, sería una ofensa imperdonable y ello os induciría a imponerme el castigo que creáis oportuno. Me someteré plácidamente a él. Es más, lo gozaré y me deleitaré en su cumplimiento. Las circunstancias me inducen a ello, pueden más que yo. Mi alma reposa ahora y, en esta tranquilidad casi perfecta, dejo que todo fluya   con total libertad y se sumerja, se zambulla aparatosamente, en el tenebroso mar que todo lo cubre. Es lo mejor.
Os iba diciendo que mañana iniciaremos nuestro paso del Ecuador. Es el momento de la vida que todos esperamos y deseamos para deshojar esas posibilidades inmensas que el majestuoso padre mundo nos ofrece y otorga como juez severo que nos impone su cumplimiento. Y nosotros acatamos obedientes y sumisos su sentencia: ¡pasaremos el Ecuador!.Muy a pesar mío, bajo mi nivel para hablaros ahora de las superficialidades inmundas de nuestro cometido. Hubiésemos deseado pasar verdadera y físicamente el Ecuador, sin embargo, nuestras posibilidades económicas nos lo impiden. Mas congratulaos, queridos todos, conmigo porque algo fantasmagórico e increíble nos otorga sus favores para que podamos cruzar materialmente el Ecuador. Es una pura y simple aplicación matemática: el mundo se ofrece a desplazar por unos días nada más, ¡fijaos bien!: sólo por unos días su estructura superficial y, mediante una traslación, desplaza su centro y por tanto su línea ecuatorial de tal forma que se sitúe muy cerca de donde nosotros estamos ahora. Por tanto nos será y nos es muy fácil atravesar el punto crítico, el paralelo del Ecuador. No necesitaríamos movernos de donde estamos para realizar nuestra osadía. El simple estaticismo nos permitiría cumplir con nuestro propósito dado que no vamos a ser nosotros quienes crucemos el paralelo, sino que va
a ser él mismo, ¡sí, el gran Ecuador!, ¡el fabuloso y excitante Ecuador! quien nos cruce a nosotros. Se va a colocar en tal situación que para llegar a ésta pasará por encima de nuestras cabezas y de nuestras mentes, para que así la realidad sea cierta y verdadera. Dejará de ser una cosa ficticia para que bajo la luz de sodio  -luz que bajo sus rayos todo es posible- pase a ser cierta y real, y por tanto pueda ser escrita en los anales de la historia como tal. Ése es el cometido que yo os pido que cumpláis exactamente tal como yo os lo escribo y explico. Algún día la historia y el propio Ecuador os recompensará, mis queridos todos, el haber traspasado a la inmortalidad tan insólito suceso.
El otro, el responsable que debía escribiros, esto no hubiese podido explicároslo de forma tan explícita con tanto rigor y detalle  como yo os lo he hecho. Por este motivo es que he querido escribiros yo. Y lo estoy haciendo de muy buen grado, como siempre lo hago, ya que, como bien sabéis,  es una cosa muy natural en mí. No pretendo ensalzarme por ello, nada más lejos de mis propósitos, sólo deseo que aceptéis mi humilde congratulación y lo celebréis, por tanto, conmigo, ya que es en estos momentos cuando yo y mis amigos necesitamos más que participéis, y, verdaderamente, lo deseamos, de este placer inmenso que inunda nuestras almas y nuestros espíritus. Las circunstancias no son para menos, ya que son estas circunstancias - y el suceso en sí mismo-  las que actúan por si solas y nos colman de gracias y dones a todos nosotros en estos momentos.
Desearía explicaos  muchas cosas más, hablaros de ese milagro que la naturaleza misma se encarga de cumplir y de hacer efectivo como es esa mutación temporal del Ecuador para que nosotros podamos estar por breves instantes -  muy cortos en las coordenadas del tiempo, pero inmensos para nuestra nítida y cristalina alma-  podamos cumplir con nuestra obligación. Sí, el Ecuador cambia de domicilio para que nosotros podamos compartir con él su albergue. Es algo ocasionalmente maravilloso, y ante tan majestuosa manifestación de grandeza y de pureza yo no puedo materialmente expresar todo aquello que colma y llena mi espíritu. Por eso no os lo transcribo ahora. En otra oportunidad, más adelante,  en que mi persona esté más sosegada  lo haré, y entonces sabréis la verdad de todo cuanto será y acontecerá, con majestuosa explosión de júbilo en los cielos y de las ánimas que moran  en las tinieblas, en breves horas. Por eso acabo ya esta epístola. No es mi deseo importunaos por más tiempo. Sólo deseaba que compartierais con nosotros nuestra alegría y nuestra emoción, ya que el suceso es tan importante y magnífico que nos obliga a ello.
¡Ah!, se me olvidaba: todos estamos bien. Papá dice que no alquiléis este año la planta baja de nuestra casa porque pasaremos todos juntos el verano ahí con vosotros.
Muchos besos y abrazos de éste que mucho os quiere y que no os olvida


Andrés

No hay comentarios:

Publicar un comentario