CHARLA NOCTURNA
Oigo
tus pasos: suaves, lentos, que se deslizan sobre el suelo de tierra seca de
tanto no llover. Esto me hace suponer que estás aún lejos de mí y que por lo
tanto tardarás un rato en llegar. Así que me queda todavía tiempo para poder
repasar y pensar en mí, en ti y en todo lo demás.
Tengo
ganas de que llegues. Verdaderamente lo deseo, quiero verte tal como eres y no
tal como te pintan los demás; espero y en el esperar me canso, siento una gran
angustia: miedo a que no seas como yo te imagino. Un dulce sudor moja mi
frente. ¿Por qué tardas tanto? ¿qué va a ser de mí? ¿me dejarás ir contigo o tendré
que quedarme aquí en casa?.
¿Qué
soy, qué ha sido mi vida? Ni yo mismo lo sé. Una mezcla de cosas no demasiado
buenas ni demasiado malas: un pasar entre muchos sin distinguirse de los demás:
satisfecho e insatisfecho a la vez:¡Ah!,
si pudiera volver a nacer cuántas cosas cambiaría... Aunque pensándolo mejor,
creo que no modificaría ninguna, volvería a hacerlo todo tal como lo he hecho
siempre, no ha salido tampoco tan mal ¿no crees?.
Vienen
a mi memoria recuerdos de cuando era pequeño, de cuando empecé a estudiar: mi
ingreso; la marcha a Barcelona después de haberme examinado de primero; mi
vegetar del colegio, mis primeros pantalones largos, mis bachilleres
terminados, el preu, la entrada en la universidad, un conjunto musical que
nunca llegó a triunfar, una carrera y un sinfín de cosas que no salen de la vulgaridad,
del anonimato, de la asquerosa mierda que somos.
Me
canso de esperar, puede que un cigarrillo me ayude a esperarte. Lo enciendo, una
calada, una bocanada de humo, otra, otra, y no, no puedo: lo apago y espero y
espero tu llegada, pero tú te haces desear: me haces sufrir. Aguarda, ahora he oído
unos ruidos más cercano: la puerta de la calle ha sido abierta y cerrada, lo he
oído perfectamente. Y has sido tú quien ha entrado, estoy seguro, no puede
haber sido nadie más porque no espero a nadie, sólo a ti. Sí, eres tú, oigo tus
pasos más cercanos que antes, y, además, dentro de la casa. Mis sentidos no me
engañan: eres tú.
Te
siento cada vez más cerca, el susurro de tus pasos tan lentos y suaves es cada
vez mayor. Ya estás cerca, más próxima a mí. Pero siento mucho miedo, y ¿si no
eres como yo quiero que seas?. Siento escalofríos, tengo miedo y más miedo, cada
vez el pánico es mayor, a medida que te oigo más cerca, cada vez más cerca de mí.
Estás ya subiendo las escaleras. Ten cuidado con los escalones: son de madera y
hay uno en muy mal estado: cuidado, despacio, pisa más suave, estás haciendo
mucho ruido, demasiado, vas a despertar a todos, pon atención no te vayas a caer...lo
ves, te has caído.. ya te lo avisaba yo...sigue despacio, estoy en el segundo piso,
al final del corredor: es fácil llegar hasta mí.
Me
estremezco al pensarlo, me infundes terror, mi vida, mi única vida, mi amor, todo
va a ser para ti, para que tú te lo lleves. Supongo que lo querrás todo: eres
muy egoísta, demasiado. Pero tú mandas, eres mi dueña y señora y ante ti yo nada
puedo, sólo obedecerte. No tengo nada que objetarte, he sido yo quien te ha
llamado y te ha hecho venir a buscarme.
No,
no vayas tan deprisa, aguarda un poco más. Sí, ahora has terminado de subir la
escalera, ya estás en el pasillo. Es chocante, antes me parecía que ibas muy
despacio y ahora creo que has corrido demasiado. Aguarda un poco más: no, no
entres, todavía hay muchas cosas que me gustaría dejarlas terminadas. Espera.
No
has esperado, tú nunca esperas, te haces aguardar y cuando llegas todo se termina,
no das tiempo para nada. Sabes una cosa...Prefieres no saberla, me lo suponía,
pero eso no me importa, te la voy a decir igualmente. Ya sé que a ti te es lo
mismo, pero a mí no, quiero decírtela. No, no cojas todavía la maleta, hasta el
amanecer tenemos tiempo, no seas tan cruel conmigo, déjame estar aquí por última
vez, después me iré contigo sin ninguna clase de oposición. Soy yo quien quiere
irse contigo. No me dejarás aquí ¿verdad?, me llevarás a donde tu vayas, serás
como una madre para mí. No cabe duda: aceptarás y me querrás como si hubiese
sido siempre tuyo ¿verdad que sí?; ya lo sabía, no podías negarme una cosa así
después de que haces un viaje tan largo sólo por mí, sólo para venir a buscarme
y llevarme a tu hogar.
Está
bien, me despediré de los míos y nos vamos. ¿Quieres saber lo que haré apenas
lleguemos a tu casa?. Sí, ya sé, tú nunca quieres saber nada. Era de suponer.
Pero ahora date la vuelta, aun no te he visto la cara, tu figura parece
hermosa, pero tu rostro no lo he visto. No quieres que lo vea, pues eres tonta,
sí, tonta, muy tonta, algún día lo veré, vamos a estar mucho tiempo, demasiado,
juntos ¿no te parece?. Sí, eso, sí, mucho tiempo juntos, juntos para siempre tú
y yo hasta que...iba a decir una tontería: estando a tu lado eso es imposible,
no te parece.
Nunca
hablas ¿por qué? Bueno, me conformo, me gusta tu silencio, me gusta el
silencio, me gusta la soledad. Pero nunca más estaré solo, te tango a ti para
siempre, para siempre, no me engañas ¿verdad? No, no puedes engañarme, eres
severa y no mientes nunca, cuando llegas no hay falsedad posible, todo es cierto
y ya no se puede volver atrás. Ahora más que nunca me gustaría poder volverme
atrás y dejarte, pero tú no te enfades, ya estás aquí y sabes que eso es
imposible. Nos iremos a donde tú me lleves. Todo parece una pesadilla, pero sólo
tú y yo sabemos que no lo es. No, no puede serlo porque estás aquí junto a mí, aunque
no te vea el rostro. Mira que a estas alturas tenerme vergüenza: ya eres mayor
para estas cosas, pero es lo mismo, me iré de todos modos a tu mansión eterna.
Ojalá
todo fuera una farsa, una comedia, una vil mentira, una equivocación. No, déjame,
no quiero irme, me quedo con los míos, con mis cosas, mis pequeñas y grandes cosas,
mi cada día igual, mis sinsabores y mis alegrías. No, déjame, no quiero ir, vete
tú, yo me quedo. Me cuesta trabajo dejarte, pero no, yo no voy. Sabes, aquí soy
feliz, muy feliz, y sin embargo fui yo quien te llamó, perdóname si es que
puedes. Cómo no vas a saber tú, que a mis ojos pareces tan buena. Te he hecho
venir a buscarme y, total, para nada, no me quiero ir, aquí estoy bien, me
conformo con lo que me corresponde. Vete tú, se te hace tarde. No, no me esperes,
no voy, es mi decisión última. Bien, veo que te vas a ir y me dejas, ya lo decía
yo: en el fondo eres buena y sin embargo todos te temen. Vete, vas a llegar
tarde, vete. Espera, antes de marcharte déjame ver tu rostro. Gra..ci..as.Ad...Adi
.os.
Nunca
olvidaré su rostro. Hoy se ha ido pero otro día regresará a buscarme y tendré
que irme con ella, no podré negarme nuevamente. Pero su cara: no tenía carne, era
sólo huesos, una calavera blanca cubierta por un manto negro. Y a mí que me
parecía
tan
hermosa. Lo debía haber adivinado antes, sino ¿cómo quería yo que ella fuera de
otra forma? Pero ahora hay algo más importante y que no debo olvidar: un día
volverá y entonces tendré que acompañarla, deberé irme con ella a donde me lleve. muerte llega
nadie se salva!.
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