LA CORTINA
He
de hacer una cortina nueva para la puerta de atrás. La he de diseñar yo. Es mi
obligación. Me corresponde hacerlo y por tanto lo voy a hacer. Voy a diseñar la
cortina más original y bonita que nunca se haya visto en este pueblo, en mi
pueblo. Sí. La voy a diseñar yo en persona. Llevo varios días con una idea que
ronda por mi cabeza y la voy a emplear en la construcción de la cortina. Bueno,
que quede claro, en su diseño. Porque lo que es construirla... Una vez diseñada
y planeada concienzudamente, tal como yo lo estoy haciendo ahora, no va a costar
apenas nada. Es muy fácil. Quiero que sea una estructura sencilla y compleja a
la vez. Pues si ambas cosas, en un primer momento de apreciación, parecen contradictorias y, por lo tanto, imposibles, debemos
reconocer que profundizando un poco más en el asunto, ambos adjetivamientos no sólo son realizables a la vez sino que son complementarios. Deseo que
demuestre el espíritu creador de su autor. Ya sé que esto cuesta. Mas lo voy a
conseguir para demostrar a todos que soy capaz de hacerlo.
Para
comenzar haré en el centro un grupo de tiras uniforme, compacto, que dé
consistencia a la cortina y que a su vez introduzca, dé pie a lo que va a ser
la estructura final. Será todo del mismo color y compuesto, integrado, pues la
integración es el principio ordenante de todo cuanto debe existir, por ocho
tiras. Serán ocho tiras todas del mismo color porque a mí me gusta que sean
ocho y porque ocho tienen que ser y porque, precisamente, ocho quedarán muy
bien. Ocho es mi número y ocho serán, y a quien la idea no le guste, que se
conforme con ocho porque va a ser así. Después pondré cuatro tiras de forma distinta
a ambos lados. Así quedará una simetría perfecta: cuatro -ocho- cuatro, y después
ya veremos. Seguiré mi marcha aplicando la idea que circula por mi mente. No
faltaría más. ¡Qué se han creído todos!. Será una cortina casi perfecta, pues
la perfección absoluta por desgracia todos
sabemos sobradamente que es imposible. Habrán simetrías por todos los lados. Se
mire por donde se mire siempre se verán simetrías distintas y hasta una cierta
lógica, consecuente consigo misma, dispares. Va a ser algo fuera, más allá
dentro de lo posible, de lo normal: tal como yo he deseado siempre que fuera. Tal
como a mí me gusta que sea. Será difícil, eso lo sé, pero valdrá la pena el
trabajo empleado en ella. Será una combinación de dibujos y de estructuras geométricas
permanentes y por ello volátiles que asombrará al más ocurrente. Voy a estar
varios días dedicado a su construcción, haciéndola. Porque costar me va a costar
lo suyo, pero cuando la haya terminado, todos contemplarán y admirarán mi obra
maestra, llena de ingenio. Porque, precisamente, será una obra única. Tal como
debe de ser. Porque de otra forma no valdría la pena hacerlo. Sería una tontería
,un trabajo inútil, un tiempo mal empleado, una absurdidez. Y yo no puedo
perder mi tiempo en cosas que no sirvan para nada. Lo necesito para cosas más importantes,
de mayor relevancia. Porque mi tiempo vale mucho para mí. Mi tiempo es oro. Como
el de todos los personajes importantes que han dedicado su vida a escribir las
más logradas páginas de la historia del mundo. Y todos deberían hacer lo mismo.
Si no lo consideran así, peor para ellos, después querrán encontrar razones
consecuentes y éstas no les serán viables. Y yo no tendré la culpa, pues
avisados ya están. Pero en fin, ya verán, ya, cuando yo haya terminado
mi majestuosa cortina. Dejaré a todo el mundo con la boca abierta. Será una
maravilla. Ya verán, ya. yo no gasto mi tiempo en balde.
Bueno,
puedo estar contento: he terminado mi cortina. A mí me parece mejor de lo que
yo había esperado obtener. Sí, ciertamente ha resultado infinitamente mejor de
lo que yo había planeado en un principio. Es una combinación auténticamente
perfecta de figuras y de simetrías. Un juego magnífico, como debe ser, de
combinaciones aleatorias perfectas. Algo insospechado. No creo que haya en el
mundo un espíritu más ocurrente que el mío para organizar y armonizar toda esta
jerga de dibujos asimétricos en esa espeluznante simetría rebosante d luz y de
color.
Quizás
el único problema evidente que se plantea una vez finalizado mi trabajo sea el
que los demás, los otros, ajenos a mi esfuerzo, no van a saber apreciar mi
labor, mi dedicación y mi espíritu creador por la sencilla razón de que me he
tropezado con un obstáculo insalvable: la cortina es toda del mismo color: verde.
Qué iba a hacer, pues, si en la tienda nada más había material para cortinas de color
verde. Sí, sí, verde: qué pasa, ¿ acaso no puede ser toda verde?. No es mi culpa. A mí
esto no me importa. Hace que mi obra sea aún más inasequible, más inimitable, más
difícil de comprender. Sí, porque la gente común, sin imaginación, con toda
evidencia amorfa, vegetativa, sin valores humanos propios de su raza y de su condición
de animal especial, único e irrepetible. espécimen raro de la naturaleza sin
los valores morales dignos de de toda persona que se precie ,no es capaz de
comprender, de captar la esencia de estas obras maestras, únicas e
infrecuentes. Y mi cortina es una obra maestra. Bueno,..si no saben admirarla, si
no son capaces de contemplar con dicha esta magnánima creación, peor para
ellos. Siempre ha sido así. La incomprensión para con los genios. Ellos se lo
pierden. Yo no voy a estar siempre allí, junto a mi obra, explicándola a todo el mundo. Quien no quiera,
o no sepa entenderla y admirarla, allá él con su conciencia. El arte no está
todavía al alcance de todas las mentes. Ya se seba que el caviar no es para la
boca del cerdo. Y si no...me es lo mismo: como la cortina va estar colgada en
la parte de atrás de la casa, muy poca gente va a tener la oportunidad de
verla, pues yo no estoy dispuesto a soportar sus impertinencias a todas las horas
del día. Que se enteren de una vez por todas. Y si no, qué más me da: a mí mi
obra me gusta y eso es lo que importa. Es toda del mismo color ¿ y qué?, mejor: así resulta mucho más
bonita.
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