ANDRÉS MARCO

jueves, 27 de marzo de 2014

A BARCELONA

A BARCELONA
(Meditación de un ciudadano normal y corriente).



Son las tres de la mañana. La noche es estrellada y la luna luce más que nunca. Noche de verano no demasiado calurosa. Corre un suave vientecillo fresco que se pega a la cara y te  hace sentir un agradable placer. La ciudad duerme tranquilamente. Sólo los serenos trabajan: vigilan para que nadie ose rompernos este dulce sueño. Barcelona, la inmensa Barcelona que se presenta majestuosa: sus luces me dan una caricatura de la urbe poco conocida y completamente distinta a la bulliciosa de cada día. Es tu otra cara, la que no quieres que nadie conozca. Eres una hipócrita.
Hay algo que me pesa en el estomago. Deben ser los vasos de vino. Necesito caminar y no detenerme. Vagar sin saber a dónde  vamos. El tiempo corre sin detenerse. Un coche que pasa a toda velocidad. Su ruido que se extingue en la lejanía. ¿Le pasa algo?, ¿se encuentra mal? ¿necesita ayuda?- me ha dicho una voz. No, nada, no se preocupe por mí, déjeme estar solo. Hace muy mala cara, está muy pálido, le acompaño a su casa?, ¿le busco un taxi?.No,gracias, déjeme solo, no necesito la ayuda de nadie. ¡Infame mentira!, ahora que necesito a alguien más que nunca. ¡Qué extraordinaria persona que se preocupa de sus semejantes!. ¡Quién lo diría, a estas alturas!. El mundo loco con su incesante  trajín se detiene por un momento para interesarse por un caminante sin rumbo, y lo que es peor, sin destino. Y qué le importa al mundo lo que a mí me pasa. ¡Que se vayan todos a la mierda!.
La cabeza me da vueltas. Todo rueda en torno a mí. Las calles giran y giran. No soy yo quien va por ellas, sino ellas por mí. Sí, son las calles las que se balancean y dan tumbos. Las que andan por mí y soy yo quien está quieto, inmóvil. Sí, inmóvil porque no tengo fuerzas para seguir. Un taxi libre, podría pararlo y pedirle que me lleve a alguna parte. Pero a dónde, sino tengo a dónde ir. Conozco Barcelona bastante bien, por lo menos no me  pierdo en ella. He estado muchas veces en estas calles. Y sin embargo ahora no las identifico, no las reconozco, son nuevas para mí, no distingo a verlas bien. Todas me resultan iguales. Constituyen en sí una pesadilla. Una tortura que me impide pensar y actuar con sentido común. Un torbellino que se agita incesantemente. Un huracán que todo lo trastoca y lo cambia de sitio y no deja nada en su lugar original. Un laberinto en el que no hay ya salida posible.
Caminante sin destino porque no lo hay, ¡qué vas a hacer!. No lo sé. Si yo supiera algo. Pero ¿es que acaso se puede saber algo? Imposible. No sabemos nada. ¡Ilusos que os creéis sabios!. Sabios si, pero todo os resulta desconocido, apenas si  sabéis nada. Conocéis las cosas por fuera. Sois expertos en envolturas. !¡Superficiales es lo que sois, que decís cosas falsas sin conocer absolutamente nada. Competís entre vosotros a ver quién dice la sandez más enorme y, lo más divertido de todo, aún encima os aplaudís los unos a los otros. Sois el colmo del cretinismo.
Oigo pasos risas, qué será será, lo que sea ... Se aproxima alguien. Ya llegará. También llegará el amanecer y con él un nuevo día. Amanecerá, se hará de día, surgirá nuevamente el sol: como siempre. Se asqueará como siempre. Intentará apagarse y mandarlo todo a los infiernos. Pero los burgueses no le dejarán, no pueden consentirlo. Qué sería de los grande y petulantes ciudadanos sin su majestuoso sol que les presida. Su ídolo, su astro, su dios dinero que brilla y se compara con el sol. Color de oro. Vil y pestilente. Mentiroso y traicionero.
Alguien que se retira a descansar. Descansad y tomad nuevas energías para quemarlas inútilmente el próximo día, Sí. quemad vuestras fuerzas y no recojáis las cenizas porque no servirán de nada. Imbéciles que os consumís en manos de los embaucadores. En manos de los grandes maestros del engaño  de las finanzas que disponen de vuestras vidas como si fueseis un atajo de borregos y que se aprovechan de vosotros, pusilánimes. Os daré una recomendación. Pero ¡cumplidla!. No esperéis que yo haga algo más por vosotros. Cogedlos  a todos juntos, sí a todos los explotadores. Y !pegadles un tiro!. Que no quede ninguno. Deshaceos de ellos para siempre y dominaréis la tierra y el universo: os pertenecen porque desde siempre fueron vuestros. Matad a vuestros dioses que os alimentan y alimentaos vosotros mismos. No precisáis  ni de su control ni de su voz de mando. Prescindid de ellos y no necesitaréis nunca más  de ese alimento para vivir. La energía misma del universo, ¡gran eternidad y absoluto poder! os alimentarán por siempre. Vuestros cuerpos se regenerarán y alcanzaréis la vida: nada menos que ¡la vida!.
Ahora dejadme deambular por las calles. Ahora que hay nadie que me moleste. Sus miradas, su sola presencia daña mi vista. Me insultan sin que quieran hacerlo. Inmundicia humana, despojos que incluso  las alimañas rehúyen, desapareced, regeneraos y entonces, sólo entonces, ¡volved. Sí, ¡sólo entonces!. Mientras tanto  arrepentíos de vuestras faltas y llorad vuestros pecados. Llorad. Meditad largas horas y pensad un momento. ¡Sí!. ¡Pensad!. Aprended a hacerlo. Vosotros que no habéis pensado jamás. Pensad en vosotros mismos y pensaréis en el mundo y en la humanidad. Pensad en el hombre y salvadlo de los otros hombres. Alejaos mientras. Dejadme solo. No os quiero ver.
Todo es basura. Las calles están llenas de cubos de basura. Un camión los recoge. Esos hombres que os hacen el  innegable  favor de retirar lo que vosotros no queréis y desecháis. Esos hombres que no tienen el más mínimo pudor en retirar todo  aquello que vosotros despreciáis. Esos hombres que osan llevarse lo que vosotros tiráis para que no quede por siempre en la calle. Sí, os hacen un enorme favor. Y vosotros, ingratos, no reconocéis sus méritos y su gran esfuerzo para sobreponerse a vuestra repugnancia.
Me he sentado en la calle, en la acera. En la sucia acera vuestra. Permitidme que lo haga. Me he dado el lujo de que ella me acogiese . Le he hecho, os he hecho, yo ese gran favor. Estás en el suelo, callada, soportando los pies que te pisan y te maltratan, y sin chistar. ¡Qué tonta llegas a ser!. No sabes lo que haces. ¡Allá tú!.
Me duele la cabeza. Una farola da vueltas sobre mí. Me mira. Quiere ver mi rostro. Quiere iluminarlo para que todo el mundo lo vea. Pero no quiero dejarme ver. No sois dignos de tal cosa. Su luz cambia constantemente de color. Pretende marearme, atormentarme. No me vencerás. Estoy por encima de ti. Sí, yo puedo volar y elevarme en el aire. Y tú no eres capaz de hacerlo, no puedas. Tienes los pies demasiado firmes, anclados, en tierra. No puedes elevarte sobre todo, como yo lo hago. Pero inténtalo y lo conseguirás. Sin embargo tendrás antes que vencer la fuerza de los burgueses que te retiene. Deja que se pudran todos.
Su luz de colores asusta. Mas no puede conmigo. Siento asco de todo. Sí, ¡asco!, asco de vosotros. Y no me importa vomitar sobre la calzada. En el suelo dejaré mis desperdicios y parte de lo que llevo dentro de mí para vosotros, más que nada para que os conservéis un recuerdo mío. Para que lo aprovechéis y os siente bien. Comedlo todo y os hará felices, ése es parte de mi cuerpo que ha sido... os rejuvenecerá, os transformará. Os indicará el camino hacia la vida. ¡La vida!.
La vida, algo que deseáis y no llegáis a alcanzar. No podéis conocerla porque los sabios que saben algo de ella porque lo han leído en los libros, y vete tú a saber qué hay de cierto en ellos, no os dejan llegar hasta donde se  encuentra. ¡Revelaos y sed libres!  Libres  de una vez y para siempre. Matadlos a todos y eso os redimirá. Es la única forma de obtener la vida para siempre.
Empiezo a sentirme mejor. Algún diablillo que se ha cansado y me ha abandonado. Se ha ido. Sí, algún diablillo pagado por los burgueses  para atormentarme sin cesar. Mas su salario para sobrevivir debe de ser pequeño y él ha comenzado su particular rebelión. Su jornada laboral se ha terminado y ha llegado el reposo para él y , de paso, para mí. Aprovechaos ahora que nadie os vigila y dad el golpe. ¡Matadlos a todos!. Romped las cadenas que os retienen y tiranizan. ¿Iniciad la revolución salvadora!. ¡Su muerte es vuestra redención!. Al menos intentadlo. Cuesta tan poco. Desatad las ataduras que os sujetan y decidles adiós. Sed libres. Adiós, cerdos asquerosos.
Adiós, adiós, ahora que yo me voy y os dejo solos .Aunque os dejo para que quede con vosotros algo de la verdad eterna. Pero para conocerla antes debéis alcanzar  la vida matándolos a todos. Adiós, y recordad: ¡la vida es lo primero, la verdad vendrá sólo después!. No lo olvidéis, la vida.







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