ANDRÉS MARCO

jueves, 26 de mayo de 2011

¡ MUY BIEN!

Estaba en medio de la calle gritando : “Sí señor,¡ muy bien!, ¡muy bien!, sí señor, ¡muy bien!, ¡ muy bien!” y al pasar yo a su lado me asió con fuerza del brazo me dijo de forma imperativa .” Grite usted también conmigo: sí señor ,¡ muy bien!, ¡muy bien!, sí señor, ¡muy bien!, ¡muy bien!. Aquella propuesta me pareció absurda. Yo no tenía ganas de gritar porque sí aquellas frases sin sentido para mí, por completo inoportunas y fuera de lugar. Y sí me manifesté, haciéndole notar lo burdo de la situación para que me dejara en paz.
.- ¿ Por qué he de gritar yo eso si no lo siento?. Vamos a ver ¿ qué es lo que está muy bien?.
.- Usted tiene que ayudarme. No ve que tengo razón. Sí señor ,¡ muy bien!, ¡muy bien!, sí señor, ¡muy bien!, ¡muy bien!.
.- Pero, espere, muy bien ¿qué?. ¿ Qué es lo que está muy bien?.
.- Oiga – me respondió muy irritado- no se trata de responder a eso sino de corear conmigo “Sí señor ,¡ muy bien!, ¡muy bien!, sí señor, ¡muy bien!, ¡muy bien!” por la sencilla razón de que es así: ¡muy bien!.
.- Pues no le veo la gracia.
.- Usted no tiene que ver nada. Sólo ayudarme y repetir conmigo: sí señor ,¡ muy bien!, ¡muy bien!, sí señor, ¡muy bien!, ¡muy bien!.
.- Es inútil. No lo entiendo. ¿ Qué es lo que está muy bien?.
.- Todo y nada. A mí qué me cuenta. Además, no tengo por qué dar explicaciones a nadie. Hay que gritarlo, vocearlo en todas partes para que la gente se entere. Venga, todos conmigo al unísono, que todo el mundo grite: Sí señor ,¡ muy bien!, ¡muy bien!, sí señor, ¡muy bien!, ¡muy bien!
Y todos cuantos pasaban por la calle se fueron deteniendo a nuestro lado para comenzar a corear con nosotros eso de : sí señor ,¡ muy bien!, ¡muy bien!, sí señor, ¡muy bien!, ¡muy bien!. A medida que el tiempo pasaba el griterío fue creciendo por todas partes y cada vez más gente unida a nosotros se desgañitaba gritando lo mismo excepto yo que permanecía asido del brazo por aquel señor que , por lo visto, no pensaba soltarme, cada vez más aturdido y sin saber ya cómo reaccionar para poder proseguir en mi camino. “ Venga, anímese, grite conmigo, ayúdeme, no ve que ya todo el mundo lo dice. Y si lo dice la mayoría será que es verdad – me alentaba él- La mayoría siempre tiene razón. Venga, va, usted conmigo : sí señor, ¡ muy bien!, ¡muy bien!, sí señor, ¡muy bien!, ¡muy bien! .
Y sin saber cómo ni por qué me encontré de pronto gritando con todos ellos eso de sí señor ,¡ muy bien!, ¡muy bien!, sí señor, ¡muy bien!, ¡muy bien!. Sentía dentro de mí nauseas y asco. Me remordía la conciencia pensar que todo aquello estaba con toda seguridad mal, muy mal. Pero si la mayoría opinaba lo contrario será que el equivocado soy yo. Así que seguí allí parado junto a aquel hombre mientras todos a coro gritábamos: “Sí señor, ¡ muy bien!, ¡muy bien!, sí señor, ¡muy bien!, ¡muy bien! .....

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