ANDRÉS MARCO

jueves, 26 de mayo de 2011

EN EL CUBO DE BASURA

Aunque desconozco cuanto tiempo llevo aquí, tengo el convencimiento que es desde siempre. No recuerdo haber salido nunca fuera. Si lo hubiera hecho, lo sabría, o al menos tendría un recuerdo, por vago que éste fuera, del mundo exterior. Yo soy uno de esos, como la inmensa mayoría de los que aquí estamos, que puedo preguntarme, dentro de una perplejidad no absoluta, mas no por ello todo lo contrario: relativa, no, nada más en un grado intermedio: ni una cosa ni la otra, ¿acaso es que existe un mundo fuera de éste en el que yo vivo?. Hay quienes cuentan, e incluso afirman, que sí, porque ellos han salido fuera del cubo y dicen que lo han visto. Yo no pertenezco a ese grupo. Yo no soy uno de ellos. Tampoco los envidio. Me conformo con mi situación, bastante precaria por cierto. Nací aquí, aunque no puedo recordar cuando, estoy seguro que hace mucho mucho tiempo: soy desde hace bastante una persona adulta y, a más a más, ya ha transcurrido lo suficiente como para que de mis padres, que murieron siendo yo mayor, de su podredumbre y hedor, ya no quede nada. Los enterraron ente varias pieles de plátano para que así estuviesen más cómodos. A mí no me importó en su momento demasiado y todavía menos ahora que ha pasado no sé cuánto tiempo. Tal vez sea demasiado: no puedo acordarme bien, desde hace un rato a esta parte he perdido ostensiblemente la memoria. Recuerdo que fue un funeral sencillo. A mí me hubiese gustado mucho que los dejaran donde ocurrió el accidente, pero quisieron moverlos de allí alegando, aquí todos tienen siempre algo que alegar, que sus cuerpos putrefactos entorpecerían el paso de los que por allí iban a transitar. Por lo demás debo dejar claro que se trataba de un lugar alejado y poco frecuentado. Nunca vi a nadie por allí y eso que yo solía pasear por aquellos parajes bastante a menudo. El horror de la tragedia familiar, y puede que la querencia o el saberse sólo, haga que uno busque a sus seres queridos o al menos retorne al lugar en donde desaparecieron, Venían, como era su costumbre, a traerme y a traerme algo para comer. Yo solía vagar siempre por zonas alejadas, solitarias, fuera del bullicio y griterío que produce, en cualquier momento y lugar, la muchedumbre. Ahora ya no soy así, me he integrado en lo que se llama el «espíritu gregario de la masa». Sin embargo, yo sé que ellos se equivocan. He logrado engañarles. La única forma de vivir tranquilo y que te dejen en paz es dejar que los otros crean que eres como ellos. Pero no, en mí las cosas son diferentes, yo difiero de sus opiniones aunque no lo exprese nunca. Si no saben, te dejan. Así es mejor. A mí también me gustaría salir alguna vez de aquí. Este cubo de basura ya esta demasiado lleno de inmundicias y desechos, y gente, en consecuencia, se apiña, se aglutina en determinados y contados focos que resultan demasiado congestionados y en consecuencia todos malvivimos. Puede que sea por este motivo que yo desee tanto salir fuera, respirar del aire fresco y puro, ver el otro mundo si es que existe, como dicen lo que el él han estado alguna vez, conocer las verdaderas dimensiones de este cubo en el que habito. Y esto no es posible desde dentro del mismo. Sé que es grande porque se necesitan varios días para ir desde un extremo al otro. Claro que para ello se necesita seguir las rutas trazadas de antemano y detenerse en todos los cruces de caminos que se encuentran para conceder la prioridad a quien le corresponda en ese instante, lugar y circunstancia. Incluso puede suceder que alguna vez sea yo el agraciado con esa suerte y, por tanto, no deba aguardar a que pasen todos los que les correspondería el hacerlo delante de mí. Todo depende de llegar en el momento oportuno y no dejar tu vez y hacer valer tus derechos de ciudadano que paga sus impuestos y transita por parajes poco o muy conocidos: según los casos y conveniencias. Estoy convencido de que si fuera posible marchar en línea recta sin tener que detenerse a cada momento siguiendo las normas ya establecidas por la comunidad resultaría mucho más breve el camino. No obstante, creo que no resultaría tan cómodo y entretenido. Pues a veces, aunque no siempre, claro está, te encuentras en los cruces de los caminos con personas de toda clase de pareceres y de opiniones, y si alguna vez llegas a confraternizar con una o varias de esas personas, según el caso, puedes encontrar un verdadero deleite en la conversación consiguiente. También es cierto que a veces, las más, se pasa sin apenas detenerse a saludar a los compañeros de viaje. Y hay otras ocasiones en las que te ves obligado a luchas o pelear de palabra o de hecho con tu adversario para hacer prevalecer tus derechos. Además, se corre el peligro de ser atacado cuando pernoctas en campo abierto por algún malhechor o algún asaltante de caminos y verte, así, de pronto de ese moda tan poco cortés y sin buscarlo, privado de tus vestimentas, bienes si los llevas contigo e incluso, que puede darse el caso, aunque es mejor que nunca me ocurra, de tu propia vida. Por eso las autoridades suelen recomendar, ya que ellas nada pueden hacer en contra de los asaltantes de caminos, que aguardes la partida de alguna caravana de emigrantes o de mercaderes, aunque si son estos últimos tampoco es muy recomendable ya que si no vas solo corres el peligro de ser atacado con mayor frecuencia debido a lo que estos mercaderes suelen transportar, y te unas a ellos hasta el final del trayecto. De todos modos, yo preferiría hacer una vez la excursión solo y en línea recta, sin tener que dar tantos rodeos para llegar a alguna parte ya que yo no pretendo tal cosa sino tan sólo llegar a conocer las verdaderas dimensiones del cubo de basura en el que una vez nací y en el que siempre he vivido, al menos hasta ahora. Para ello debo de aguardar el momento propicio, cuando las estaciones de los fríos y el mal tiempo ya hayan pasado. Entonces cogeré las cosas que me son más imprescindibles, que son bastante pocas, por no decir ninguna, ya que llegado el momento uno puede deshacerse de todo menos de lo que realmente te sirve, y marcharé campo a través hasta encontrar uno de los extremos y a partir de ese día comenzaré a marchar en línea recta sin detenerme ni desviarme hasta que llegue al otro extremo. Contando los días que he tardado en ir de una parte a otra, sabré, sin miedo a equivocarme, pues yo no admito el error siempre posible y , por lo demás, evidente, cuánto mide mi cubo de basura. Es posible, también, que yo encuentre en mi camino un lugar apacible y tranquilo, hermoso y de exuberante naturaleza, y yo lo considere idóneo para vivir allí y decida permanecer en el mismo para siempre, con lo que mi proyecto se convertiría de este modo en un proyecto frustrado por una realidad consecuente consigo misma. Todo es posible, incluso que yo muera en el intento de alcanzar el otro extremo y nunca llegue hasta el final de mi mundo. No me hago ilusiones vagas. Desde donde estoy ahora, antes de haber comenzado incluso a hacer los preparativos previos del viaje, todo resulta, y parece, muy sencillo. Mas yo sé que luego no lo será, porque siempre puedes encontrarte barreras e impedimentos insalvables y cuando topas con una de esas contrariedades no te queda más remedio que dar media vuelta y volverte por donde has venido sin hacerte notar para que así nadie se percate de tu fracaso. No es bueno que, llegado el momento, esto ocurra. Sería desastroso y repulsivo. Por otra parte, también es posible que decida estarme quieto donde siempre he estado: aquí, sin moverme, evitando a las mayorías importantes que te buscan para incordiarte y comprometerte. Todo es cuestión de aguardar pacientemente, aunque no en demasía, tu turno y confiar, sin desesperarse, de que todo llegará a su debido tiempo. Aquí, precisamente, es eso lo que más sobra: el tiempo para hacer algo. También puedes permanecer toda tu vida oculto, quieto, sin moverte, sin hacer nada de provecho. Aunque para ello sea preciso solicitar el correspondiente permiso a la Administración. Para todo siempre hace falta una autorización específica. Yo, por ejemplo, tengo mi certificado firmado, sellado y en regla mediante el cual se me permite dedicarme a explorar y abrir caminos y túneles en donde no los haya, entre cantidades descomunales de basura acumulada aquí en el transcurso del tiempo sin que nadie, excepto yo, se haya ocupado de moverla y llevarla de un lado a otro, de donde estorba a donde ya no sea un obstáculo feo, ridículo y maloliente. Aquí somos muy pocos, creo que nada más yo, los que nos preocupamos de todos estos detalles que la inmensa mayoría considera fútiles e innecesarios, incluso improcedentes. Pero yo disfruto haciendo mi tarea. Comienzo siempre por las cosas más pesadas. Generalmente no son redondas y en este caso cuesta bastante el moverlas. Otras veces son botellas vacías, o rotas, o frascos y latas de conservas: entonces resulta mucho más cómodo y aprovecho la oportunidad para descansar y recrearme leyendo las etiquetas que por lo general llevan pegadas. Se puede aprender cantidad de cosas muy interesantes, aunque no siempre, todo es según: hay etiquetas nuevas para mí de las que soco bastante jugo y existen otras que se repiten hasta la saciedad y que una vez detectadas paso por alto, si bien en ocasiones leo igualmente, más que nada para distraerme, porque si yo me tomara mi misión como mera rutina llegaría a aborrecerla. Después hay cosas pequeñas que, aunque pesan lo suyo, son más fáciles de ir colocando. De esta manera voy formando grandes montones de basura que voy configurando según me place y al final con las cosas menos pesadas como son los restos de las frutas y verduras que nadie quiere y tira al cubo de basura sello los resquicios para que así el montón tenga consistencia. A veces, y resulta bastante frecuente, incluso llego a encontrar socas de valor: cucharillas de plata, cosas nuevas que no llego muy bien a explicarme por qué las tiran, en fin: hay siempre cosas para todos los gustos. Y yo cuando ya he terminado de hacer el montón, me divierto tirándole cosas hasta que consigo romper su apariencia de compacto y una ver semiderruído, por lo general nunca logro deshacerlo del todo, la mayoría de las veces porque me canso y no encuentro ningún placer el ello, comienzo a separar las cosas y a ir agrupándolas según se me antoja para a continuación reiniciar otro montón nuevo siguiendo las mismas directrices y esquemas de los montones anteriores, aunque algunas veces, no siempre, para divertirme más, los estructuro de otra forma y se desmoronan antes de que yo acabe de colocar cada cosa en su sitio, y entonces, incluso llego a reírme de mi torpeza y comienzo de nuevo a formar mi pila en otra parte distinta. Cuando estoy verdaderamente fatigado, al anochecer de cada día por ejemplo, descanso echándome encima de mi familia. Porque aunque no lo he dicho antes, muertos mis padres sólo quedo yo, de los míos, si bien no estoy solo, ya que aquí somos muchos. Y es esa soledad la que muchas veces me hace dudar de lo que estoy haciendo y es, en estos momentos, cuando decido no tomarme las ocupaciones mías a la ligera y emprender acciones nuevas, como es mi intento de averiguar cuánto mide, de lado a lado, el cubo. También deseo saber, nunca estoy lo suficientemente contento con lo que ya conozco, soy insaciable, lo acepto sin discusión, mas no puedo evitarlo: soy así, siempre lo he sido, cuánto mide de alto dicho cubo, pero esa tarea es bastante ardua, por no decir imposible. Lo he intentado muchísimas veces., Para ello suelo levantar mi brazo con el dedo índice mirando hacia arriba y empujo y empujo con todas mis fuerzas, mas no consigo nada. Tan sólo provocar un alud de arena y escombros en descomposición de color azul y verdoso oscuro que cae sobre mí y sobre lo que a mi vera está. Siempre debemos tener mucho cuidado con las cosas que hacemos porque como la basura que constantemente echan sobre nosotros no está aún consolidada, al movernos la hacemos resbalar sobre sí misma y caer y caer hasta aplastarnos contra otros restos de basura que hay debajo de nosotros. De todos modos, yo he pensado algunas veces, porque también pienso, que podríamos lograr llegar hasta la superficie teniendo mucho cuidado y apuntalando muy bien todo el túnel que vayamos abriendo. Sería como hacer una chimenea hasta arriba y entonces entraría a través de la misma la luz y el aire, que dicen que existe, y veríamos muchas cosas que hasta el momento nos son desconocidas, porque por el momento, como no tenemos ninguna de ambas cosas, la vida se nos hace bastante monótona y difícil. Aunque también pienso que nosotros no estamos habituados y podría provocar situaciones y conflictos que es preferible no pensar en ellos. Cundiría el pánico entre todos. Pese a todo, creo que lo he pensado bien, y en vez de averiguar las verdaderas dimensiones de mi mundo, un día de estos voy a decidirme y comenzaré a escalar sobre la inmensa mole de basura y arena que nos sepulta y aunque caiga, que caiga, yo intentaré por todos los medios a mi alcance, y estoy seguro de que si me lo propongo lo lograré, salir al exterior para ver las cosas que allí dicen que hay. Es una posibilidad que me permito apuntar como a tener en cuenta cuando sea llegado el momento. Y no me importará ser cada vez sepultado por las basuras y la arena azul que los que están en las capas superiores nos echan constantemente para impedir que yo consiga salir a la superficie. Por el momento he de pensármelo más y decidirme cuando menos lo piense, porque estoy convencido de que si lo pienso demasiado me pasaré todo el tiempo sin hacer nada, moviendo y componiendo montones de basura apilada en todas partes, sin obtener nada positivo a cambio. Ahora estoy decidido a esperar un poco, aun, creo, no es el momento. Y eso es algo que puede acarrearme consecuencias gratas y que no voy a dejar pasar. Las ocasiones que pueden presentarse en un cubo de basura son muy pocas, casi nulas, y hay que hacerlas rendir al máximo, aunque desconozca cuánto tiempo van a durar, aunque desconozca las verdaderas dimensiones y sus verdaderas consecuencias posteriores. Porque las ocasiones que pueden presentarse en un cubo de basura son muy pocas, realmente muy pocas y hay que saber cuál es la ideal.

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