Como el
árbol que pierde las hojas
uno poco a
poco, consciente, se despoja
de
prevenciones, miramientos y tonterías
que nos van
lastrando sin pretenderlo la vida.
Todas las
ramas precisan de una poda
sin
complejos y con mucha amplitud
que no
entorpezca el libre paso de la luz
tan
necesaria para difuminar las sombras.
A medida que
uno se va haciendo viejo
ha de ir
dejando de lado los complejos
olvidando esas
circunstancias que han sido
y así seguir
manteniendo el tronco erguido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario