Cuando tengo
más cerca dejar este mundo
quiero
confesar que os sigo queriendo mucho,
que cada día
me lanzo de cabeza contra el muro
pese a saber que es demasiado rígido y duro.
Sólo espero
la incombustible esperanza
de que
alguien lo derribará en el futuro.
Ahora cerca del final de la macabra danza
más de uno
me dirá que siempre fui un iluso
y pudiera
ser que razón, seguro, no le falte
aduciendo
que el muro no hay quien lo salte,
pero es que
no me enfrento para satisfacer mi ego,
al contrario,
es por dejar algo mejor a los que quiero.
Cada cual en su vida quiere a los suyos a su manera
y la mía no es peor ni mejor que otra
cualquiera,
cada cual
puede hacer con sus días lo que quiera
y yo, en los
míos, siempre he querido que así fuera.
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