Háblame mar de los marineros
casi siempre hombres de agua dulce
que emprenden tus caminos inciertos
atraídos por esa estrella que luce;
se adentran en ti sabiéndose sino muertos
para encontrar ese destino que les seduce.
Háblame mar de los que arriban a puerto
en patera, en lancha o en cayuco con lo
puesto
y una vez en la tierra de ricos son devueltos;
no queremos en la calle hombres hambrientos
que afeen nuestro encantador séptimo
cielo
que el mundo es y será nuestro y no de
ellos.
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