Me miro en
el espejo a los ojos
y me
interrogo por lo que me inquieta
y yo mismo
sin titubeo me respondo:
que la gente
se ha vuelto majareta.
Corre de un
lado a otro sin sentido
como alma
que lleva el demonio
sin el más
mínimo de los sonrojos.
Ya no se
detiene a sentir los latidos
de lo que
siempre fue la sensatez,
compite a
ver quién es más tonto en la red
buscando su
medalla de oro a la idiotez.
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