No le echemos la culpa
a la pálida y cambiante luna
que ella no tiene ninguna,
si acaso nada más una:
ser mudo y fiel testigo
de cuanto nos ha acontecido
y que ya no podemos cambiar,
que nuestro pasado es nuestro
y siempre estará ahí como lastre,
recuerdo jamás perecedero,
imposible del todo de olvidar.
Lo importante es seguir adelante
sabiendo que no hay presente
y que el futuro, no lo olvidemos,
ahí agazapado esperando
latente,
se conforma de pasado y recuerdos.
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