ANDRÉS MARCO

martes, 17 de enero de 2012

CUANDO LA EDAD


Cuando la edad comienza a hacer sus estragos
no quiero dejar en el desván de lo olvidado
las caricias furtivas, los besos impunes robados
ni los caminos hollados a veces equivocados.

No quiero olvidar el niño feliz que fui un día
ni cuando tú llegaste, compañera, a mi vida
porque yo sólo entiendo la vida a tu lado
con los dos hijos que nos hemos dado.

No quiero que puedan caer un día en el olvido
los largos años de lucha, los instantes de gozo
los duros momentos, inmerso en el cruel pozo
del que sólo con tu ayuda y apoyo he salido.

Hitos, errores, huellas, lágrimas, avances
pequeños que te llenan aunque no los alcances;
personas queridas, en primer lugar mis padres,
todos y todo cuanto me han conformado antes.

Hay tantas cosas que me resisto a un día olvidar,
mellas que marcan y dan sentido a una existencia
que te permiten que ya casi al final puedas llegar
con la grata sensación de plena complacencia.

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