Para admirar
en la vida cada paisaje
hay que
levantar la vista del camino
disfrutando
de este maravilloso viaje
del que
conocemos su fatal destino.
En ocasiones
paisajes rocosos y agrestes,
también
flores y campos todos verdes,
la nítida
luz de la naciente primavera,
la sombra
del árbol que invita a la siesta,
en la lejanía
el horizonte azul del mar,
ríos de
caudal desbordado a cruzar,
panorámicas
al frente de todos los colores
momentos buenos y muchos sinsabores.
El viaje de nuestra
vida es así de sencillo:
un largo caminar
provisto de poco equipaje
afirmando al final que el camino se ha vivido
y que no
hemos pagado apenas ningún peaje.